sábado, 9 de febrero de 2008

OVNIS: ANATOMÍA DE UN MITO

El año que viene podríamos celebrar el cincuentenario de los platillos volantes: en Julio de 1947, el aviador KENNETH ARNOLD, volando sobre el estado de Washington, en los Estados Unidos, vio unas luces alineadas sobre el Monte Rainier, volando de una manera que él describió como «platos de postre cuando los lanzas sobre el agua».

Aunque ya desde los años 50 se supo que lo que posiblemente contemplaba este piloto eran reflejos de la luz del Sol sobre las nevadas cumbres de las Cascade Mountains, lo cierto es que marcaron el inicio de un mito que, incluso hoy, es terriblemente popular. La creencia en los ovnis está ampliamente extendida: a partir de datos de encuestas norteamericanas, se estima que casi un 10% de la población ha visto alguna vez un ovni. Los ufólogos, término con que se autoproclaman quienes investigan el fenómeno de los avistamientos de luces extrañas en el cielo, afirman que en estos cincuenta años se han producido más de un millón de apariciones de ovnis. Si esto fuera así, cada día en algún lugar del planeta habrían aparecido tres platillos volantes.

Paradójicamente, la evidencia sobre estos casos es terriblemente escasa: ni una sola prueba que determine si son naves extraterrestres, proyectos militares o fenómenos paranormales. Frente a ello, los casos de ovnis que se acaban explicando como fenómenos de naturaleza conocida son aún muchos más (en un factor de 10), lo que ha llevado a los científicos a la opinión generalizada de que, en el fondo, tras el fenómeno ovni no hay nada nuevo o desconocido para la ciencia.

Para los creyentes en los platillos, esta actitud racional intenta negar la evidencia (aunque no logran decir cuál es ésta) o bien ocultar secretos intereses (aunque nunca se den pruebas de estas conspiraciones).

En este dossier, presentamos las principales claves de un fenómeno cuya popularidad y fanatismo configuran uno de los principales mitos de nuestra época.

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